UNA MIRADA HACIA ORIENTE
- TINA MARTÍN MORA
- 2 ene 2017
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Mahmoud ensalza una oración a poco más de un metro de mí.
Al tiempo, cierro los ojos y atravieso un mar y un desierto hasta llegar a Damasco, el lugar de donde vino huyendo del gran horror: Ahora Mahmoud soy yo.
Otro idioma, otra religión. Silencios encontrados donde la oración unió nuestras miradas que, afortunadamente, hablan un mismo idioma.
Y es así, que al no poder utilizar las palabras, éstas se transforman en sentimientos, los sentimientos en sonrisas, las sonrisas en calor, el calor en música, la música en vida. Es entonces, cuando reconocemos en nuestro interior la vulnerabilidad del ser humano, mientras nos damos cuenta de que nos une el deseo de vivir en paz con nosotros mismos y con todos los que tenemos a nuestro alrededor. Un mismo deseo compartido en el que por un instante, escaso instante tal vez, se alcanza el absoluto abandono de la realidad.