ALIENTO DE ENCINA
- TINA MARTÍN MORA
- 18 abr 2017
- 1 Min. de lectura

Llevo una encina en la frente.
Cuando el viento gira entre sus ramas,
algunos de mis pensamientos caen convertidos en hojas...
Siempre tengo palabras
que visten cada estación
como hojas tiene la encina,
bien con frío o calor.
Si sopla el viento del Sur,
de entre los olivares de mi tierra
me llegan sentimientos de color verde
con sabor a Manzanilla Cacereña.
Y cuando la primavera asoma sus ojos
desde allí hasta Castilla,
se trenza el azahar de los naranjos
con las hojas de la encina.
Extremadura y Castilla,
olores que mi alma llenan,
olivares y encinares
se yerguen sobre la tierra.
Sierra de Gata en mi sangre
y Castilla en mis pupilas,
en mis manos olivares
y campos llenos de encinas.
Un mar verde,
un mar de encinas,
allí donde se asoma el hombre
y es libre el toro de lidia.
Si me dieran a elegir
cuando se extinga mi vida,
pediría ser un águila
o, si es mucho, golondrina.
Poder sobrevolar los campos
de Extremadura y Castilla
y acariciar desde lo alto
los olivos, las encinas.
Llevo una encina en la frente.
Cuando el viento gira entre sus ramas
algunos de mis pensamientos caen convertidos en hojas...