RÍO TAJO

Un trazo de línea de plata, persiguiendo el horizonte.

Un pensamiento de piedras, desgastado bajo el agua.

Un brazo de vida en la ausencia de luz, aun cuando todo duerme, incluso el infinito.

Se entrelazan los arroyos y el aliento de la tarde se confunde entre las aprendidas victorias de las nubes nacidas del cielo púrpura.

Adelanto, a paso vencido, en este día en que fueron las gotas de lluvia las únicas que dejaron huella tras de mí, allí donde una parte de la Naturaleza fue bautizada, purificada en las aguas del río Tajo, mientras atravesaba Extremadura entre las dehesas de alcornoque y encina.

El aliento de la tarde se marcha entre las aprehendidas victorias del atardecer, una vez más, mientras juego a encontrar la pequeña geografía que es refugio de hormigas con alas, allí donde dicidí detener mi viaje y en el que absorta te contemplé, transformado en la cola de un cometa plateado.

Adelanto las horas, también.

Y mis ojos calman la sed en tu agua, río Tajo y descubren la fábrica de ondas que aparecen sobre ti, al caer la lluvia para confundirse contigo y después, desaparecer cuando ya han crecido.

Infinitamente inexplicable esta sensación de querer retenerte, mientras sumerjo en ti mi cuerpo, sintiéndome Naturaleza entre tus aguas.

Inexorablemente, contigo escapa mi alma, llevándote mis sueños hacia el Océano, el Inmenso donde te unirás a otras aguas, también perfumadas con otros sueños y otras palabras.