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DÍAS DE OTOÑO, LLUVIA Y SOL

Estos días de otoño en los que el paisaje habla por sí solo de sí mismo, utilizando sonidos indelebles con que expresar, de manera casi onírica la sutil belleza de la que está compuesto, mientras recibe a todo aquel que se deja envolver en sus horas y le permite atravesar la espiral del tiempo en la que estamos sumergidos.
“Otoño, una vez más.”
Es cuando la suave luz del tibio sol de la tarde incide con precisión sobre las hojas ocres de la rama del roble, transformada en bóveda y que cubre el sajurdón* creando sombras efímeras sobre la eterna pared de piedras enmohecidas que hablan de las manos y de los pasos de quien lo erigió.
“Un nuevo otoño, entre robles y castaños.”
A la manera de un pintor del Romanticismo, el otoño utiliza un sinfín de colores con los que crea el mejor de los paisajes. Robles y castaños tornan el color de sus hojas de verde al amarillo, con la llegada de las primeras lluvias y el descenso de la temperatura que brinda descanso a la tierra tras la despedida de la estación antecesora. El viento de las montañas agita con sus corrientes circulares, las hojas de las ramas en perfecta sincronización, y poco a poco van tornando del amarillo al ocre, al marrón,
hasta caer vencidas.
“Armonía de colores, olores, sonidos.”
Los alisos en la ribera se desnudan. Son ellos quienes después de conocer el reflejo de sus hojas en el agua, se desvisten y las deja caer y se bañan sobre la superficie del río como Náyades, en la mañana de un otoño que desgrana los pensamientos de quien observa la vida en el río, en la montaña. Armonía de nuevo, a través del sonido del agua que canta entre las piedras, mientras la tarde se escapa y el otoño permanece, porque ha llegado para quedarse durante un breve espacio de tiempo.
“Espacio que nos agita y nos hace estar despiertos.
Es otoño.”
La lluvia aparece con precipitaciones intermitentes. Todos corren sobre la tierra: El hombre con su paraguas, el gato bajo la puerta, los pajaritos se esconden pero las águilas vuelan más alto tal como nos decía Mahatma Gandhi y los árboles…
Los árboles bostezan agua.
El suelo del bosque se enriquece, se embellece con alfombras de múltiples colores. Crujir de hojas, corren los corzos entre las piedras, emergen setas, la lluvia cesa y las horas de sol y de luz emprenden un viaje a lo largo del día entre las ramas de los árboles, por las callejas de fieles piedras.
“Se detiene el tiempo,
la propia vida regresa
Los pensamientos se agitan”
Vuelve el otoño regalando bosques esculpidos en el cielo, intensos atardeceres donde juegan y ríen las Ninfas por los corredores del Jardín de las Hespérides mientras cuidan los árboles de manzanas doradas que proporcionan la inmortalidad.
*Zahurdón: Coloquialmente Sajurdón
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